Puente del 1 de mayo, fin de semana largo, nuestro amigo Eduardo preparo unas rutas por Huesca, una de las visitas fue al Templo Budista Dag Shang Kagyu.
Cuando llegamos no estaba aún muy concurrido, subimos una escalera y nos encontramos un ugar que se respira paz, su arquitectura y colores ayudan a ello, de una edificación con la puerta abierta salía el sonido de una campanilla, nos dirigimos allí y descubrimos el inmenso molino de la plegaria, en su interior se encuentran miles y miles de mantras, si lo hacemos girar en sentido de las agujas del reloj recibimos los beneficios de sus contenidos
Subiendo las escaleras nos encontramos con la estupa del centro, se trata de un edificio rodeado de molinillos de oración, estos se recorren en sentido a las agujas del reloj, haciéndolos girar mientras recitamos el mantra de la compasión “Om Mani Padmé Hung”.
Podemos acceder descalzos al interior y dedicar unos momentos a la reflexión.
En muchos lugares del recinto podemos ver centenares de banderas, todas ellas contienen mantras escritos en ellas, el viento las hace oscilar y los manda a lo largo del mundo.
A la hora concertada nos reunimos en el centro de oración, una mujer Lama nos hizo una explicación de la historia y funcionamiento del lugar, también respondió a las preguntas de los asistentes, fue una hora de lo más interesante.
El Buda reclinado es una representación de su última enfermedad, a punto de entrar al “paranirvana” el final que una persona alcanza tras la muerte del cuerpo
La Casita de las Velas, con la luz de ellas podemos pedir deseos, orientación o simplemente relajarnos con su luz.
El recorrido del lugar es relajante, no existe la prisa, el tiempo parece ralentizarse, sus símbolos, sus colores… la verdad es que recomendamos su visita